Aprender de la Evaluación.

Actualmente, las y los maestros del país manifestamos nuestra preocupación por la situación que atravesamos respecto a los procesos de formación ...
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Actualmente, las y los maestros del país manifestamos nuestra preocupación por la situación que atravesamos respecto a los procesos de formación continua y de evaluación para el ingreso, desempeño y promoción, ya que de estos depende nuestro crecimiento profesional y la mejora en la calidad del servicio. Por tanto, en víspera de la aprobación de cambios sustanciales en la legislación, tenemos la esperanza de un cambio verdadero y profundo en beneficio de la educación en México.

Es importante destacar que en lo que respecta a la formación continua y la evaluación del desempeño, surgieron situaciones ajenas al proceso educativo mismo. Ejemplo de ello es la ampliación creciente de cursos en modalidades virtuales y de asesoría ofertados por distintas instancias que requerían de una retribución monetaria, a la cual muchos docentes recurrieron para solventar la evaluación del desempeño a la que habían sido convocados.

En una investigación reciente, el Consejo de Maestros ABC realizó un sondeo en varios estados de la República que incluyó a profesores experimentados y con años de servicio, de los distintos niveles y modalidades educativas. En esta investigación se observó que la mayoría optó por una capacitación basada en el sistema de pago, debido a que las opciones ofrecidas por las autoridades educativas locales y federales no fueron las adecuadas.

Asimismo, el acompañamiento que se proporcionó a los docentes tampoco funcionó, esto por la inviabilidad práctica, la falta de cuidado de las autoridades, la carencia de financiamiento y/o de personal asignado a esta tarea, observando estos hallazgos en la mayoría de los estados del país. Cabe destacar que el Servicio de Asistencia Técnica a la Escuela (SATE), a pesar de derivarse directamente de una responsabilidad de ley, no cumplió con las expectativas en cuanto a la asesoría y el acompañamiento. De igual manera, no hay en el país un número suficiente de Asesores Técnicos  Pedagógicos (ATPs), con los perfiles, experiencia o conducción por los supervisores, que estuvieran de verdad comprometidos en dar seguimiento a las evaluaciones.

Por ello, consideramos fundamental que los legisladores retomen dicha experiencia para fundamentar las modificaciones necesarias en el marco constitucional de la profesión, enfatizando los siguientes puntos:

1. La evaluación de docentes solo tiene sentido si es posterior a un proceso de formación sólido, y sirve de diagnóstico auténtico cuando la trayectoria de los involucrados ya está lista y probada.

2. La inseguridad que los docentes sintieron fue la razón de que muchos recurrieran a las opciones de pago, con dinero propio, lo que evidenció un abandono del estado, que es la entidad responsable de ofrecer la capacitación continua y eficiente. La creación de programas y materiales necesarios que refuercen la formación académica tampoco fue adecuada.

3. No habrá mejora educativa verdadera si no pasa por las aulas y los maestros y si la inversión presupuestal no involucra los preceptos de calidad, equidad, justicia social e inclusión de manera integral en los procesos de evaluación y formación docente. En este punto, es imprescindible también el compromiso y esfuerzo personal de cada maestro. El Estado debe estar atento al progreso colectivo de la educación en México.

4. El Estado debe garantizar la gratuidad y el acceso universal a las opciones formativas para los docentes. Por ello, nos parece plausible que en la iniciativa de Reforma del Ejecutivo sobre el Artículo Tercero se haga explícito el derecho a la formación continua de las y los maestros, siempre y cuando se garantice con suficiencia presupuestaria y equidad, y se maneje con transparencia y rendición de cuentas.

Por todas estas razones rechazamos enérgicamente cualquier opción de capacitación de docentes que genere un lucro que solo beneficia a unos cuantos, que fomentan actos de corrupción y conflictos de interés (como los cursos ofertados por los “evaluadores certificados” del INEE), que son abusos tolerados por los docentes ante la falta de respuesta. Sin dinero suficiente y sin su manejo honesto, no hay formación continua que funcione. Ahora sí, más que nunca, debemos aprender de la evaluación. Lo que no funcionó, dejarlo atrás, y concentrarse en ofrecer opciones pertinentes y de valor, aterrizadas al aula y a la tarea cotidiana, para que los maestros se sientan seguros y confiados de su labor.

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