Oaxaca, ¿y los niños?

Ningún evento en materia educativa debe proceder sin antes lamentar y reprobar los eventos trágicos de Nochixtlán. Hay responsabilidades de muchos que ...
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Ningún evento en materia educativa debe proceder sin antes lamentar y reprobar los eventos trágicos de Nochixtlán. Hay responsabilidades de muchos que llevaron a ese fatídico desenlace.

Se deben esclarecer y fincar responsabilidades, tanto a quienes corresponda del lado de la autoridad estatal y federal de seguridad, como de la dirigencia de la Sección 22 y sus organizaciones aliadas. Asimismo, se debe atender, de manera empática y puntual, a los deudos.

Dicho eso, no podemos permitir que un operativo fallido, por trágico que haya sido, dé al traste con el intento más audaz que hemos hecho los mexicanos para empezar a cambiar y mejorar nuestro sistema educativo, sobre todo donde más se necesita: Oaxaca.

¿Y los niños? ¿Qué les conviene a ellos y a su derecho a aprender? Esa es la pregunta que pocos se hacen. Ellos son los grandes olvidados. Puestos en la perspectiva de lo que le conviene a los niños, nos debemos plantear las siguientes interrogantes en la presente coyuntura:

  • ¿Conviene que las cosas sigan igual en materia educativa o que intentemos fórmulas distintas para que los niños puedan aprendar más y mejor?
  • ¿Queremos que las plazas se vendan o hereden o que en cambio se entreguen a quien haya demostrado merecerlas en un concurso público?
  • ¿Podemos permitir que los maestros falten constantemente a sus labores para asistir a marchas y plantones, o abogamos porque vayan todos los días del ciclo escolar a dar clases?
  • ¿Estamos de acuerdo en que nunca se evalúe a los maestros, o preferimos que estas evaluaciones se regularizen, hagan posible un diagnóstico de la situación y nos permitan operar mejoras de manera permanente?
  • ¿Podemos aceptar que la corrupción, los comisionados sindicales con pago de maestro y otros vividores sigan ilegalmente usufructuando el recurso educativo, o debemos empezar a poner órden en la nómina y en el resto del gasto educativo?
  • ¿Estamos dispuestos a que la educación siga siendo el botín político y financiero de unos pocos en el sindicato, la burocracia y la partidocracia, o queremos que se despolitize y se centre en el aprendizaje de los niños?

La dirigencia de la Sección 22 y de sus organizaciones afines pugnan por permanecer en el S.XX. Los ciudadanos pugnamos por mudarnos de manera franca al S.XXI.

Querer más de lo mismo en Oaxaca, como pretenden la dirigencia de la Sección 22 y sus aliados, es francamente equivocado y mezquino. Oaxaca ocupa el fondo en la tabla educativa de un país muy atrasado en el contexto internacional; sólo 1 de cada 10 alumnos oaxaqueños aprende lo que necesita para destacar en el S.XXI; la escolaridad promedio es de 7.5, muy por debajo del promedio nacional de 9.1; pocos, demasiado pocos, aprenden matemáticas y ciencias; propiamente nadie aprende inglés; y que decir de lo que están aprendiendo los niños oaxaqueños de cultura democrática y cívica. Todo esto configura una violación masiva y continuada del derecho a una educación de calidad. No hay duda, le hemos fallado y le estamos fallando a los niños de Oaxaca.

Por otro lado, la corrupción del sistema educativo oaxaqueño es rampante y legendaria. A las escuelas les falta lo indispensable, pero Oaxaca hace 84,000 pagos docentes para 950,000 alumnos, es decir como si hubiera un maestro por cada 11 alumnos; ningún estado, ni siquiera Finlandia, tiene esa relación. La pregunta es, ¿cuántos de ellos verdaderamente dan clases? La burocracia también estaba muy inflada hasta que se decidió intervenir el IEEPO el año pasado y se ha ido reduciendo. La dirigencia de la Sección 22 acusa que la reforma educativa busca privatizar la educación. Es mentira. En realidad pretende hacer pública y de calidad la educación que ellos privatizaron y pauperizaron.

En ese escenario, como sociedad, tenemos dos alternativas: ceder ante los abusos continuados de la dirigencia de la Sección 22, u optar por el cambio, la Constitución y el Estado de derecho. Optamos, pensando en los niños de Oaxaca y de México, por lo segundo.

Por eso, decimos no:

  • a la violencia, el saqueo, el vandalismo y las constantes provocaciones de la Sección 22 y sus aliados;
  • y no al chantaje y la consigna vacía como vías para suplantar al diálogo serio y argumentado.

También decimos no:

  • a la impericia fatal del gobierno federal y estatal en el manejo de situaciones de resguardo;
  • no a la ineficacia de las autoridades en la implementación de la reforma, especialmente la de los gobiernos estatales;
  • no al oportunismo con que políticos de diversos signos buscan lucrar con el tema a costa del derecho de los niños a una mejor educación y de los maestros a una mejor profesión;
  • y no a vulnerar algo que apenas comienza y que, si todos lo ejecutamos bien, puede ayudarnos a iniciar la transformación de un sistema educativo que mucho lo necesita.

Y decimos sí:

  • al diálogo, en el marco de la Constitución y las leyes y basado en propuestas serias, ponderadas y viables. La reforma educativa, esta y otras, siempre deben de estar a debate pues son procesos continuos en el tiempo. La precondición para el debate es la seriedad;
  • sí al Estado de derecho, para los unos y los otros;
  • sí a seguir separando lo educativo de lo político y para que todos los actores prioricen la formación de los niños sobre sus agendas políticas personales;
  • sí a una renovada aplicación de las autoridades federal y estatales en la implementación de los mandatos de ley y sobre todo de los elementos más positivos de la misma, como las promociones por mérito, las alzas salariales para los más aplicados, la dignificación de las escuelas y la transformación de las normales;
  • sí a la transparencia en la nómina y a la eficacia en el gasto educativo, para que cada niño y cada maestro de Oaxaca cuente con la escuela y las herramientas que necesiten para sobresalir; y,
  • sí al apoyo, reconocimiento y dignificación de los docentes que trabajan por el derecho a aprender de sus alumnos.

Oaxaca se debate, literalmente, entre el corporativismo y la corrupción que caracterizaron su S.XX y la mejora educativa y el Estado de derecho que deben caracterizar su S.XXI. Para ello es necesario perseverar en la ruta de cambio que los mexicanos nos hemos trazado.

Tenemos que encontrar un camino que nos permita proceder con el cambio y la mejora educativa en un ambiente de paz y concordia. Es un camino difícil de hallar, pero no imposible. Todos tenemos que contribuir a encontrar ese camino.

Oaxaca nos necesita para defender la educación de sus niños. ¡Firma y pasa la voz! → change.org/DefendamoslaEducacionenOaxaca

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